Queridas almas, que un día acompañaré en sus llegadas.
En algún futuro, tomarás tu primer respiro, y el universo se acomodará para hacerle espacio a tu llegada. Todavía no sé tu nombre, ni el color de tus ojos, ni el sonido de tu primer llanto, pero te hemos imaginado mil veces. Escribo esta carta para ti, no solo para darte la bienvenida, sino para presentarte un mundo que ayudo a crear, un mundo donde el nacimiento es sagrado, las madres son honradas, y cada nueva vida es recibida con reverencia y mucho respeto.
"Al reconocer el parto como un proceso sagrado y honrar a las madres como el corazón de nuestras comunidades, transformamos no solo la forma en que recibimos la vida, sino también la forma en que vivimos, amamos y cuidamos. Podemos transformar a la humanidad al recordar nuestro camino, así co-creamos una nueva tierra."
Puede que te preguntes por qué esta visión pesa tanto en mi corazón. Pue, déjame contarte! Por generaciones, el parto ha sido tratado como una emergencia médica que hay que controlar, en vez de un rito de paso que se debe celebrar con amor. El nacimiento es una ceremonia sagrada, un despertar espiritual que transforma no solo a la madre y al bebé, sino a toda la comunidad que les rodea. Sin embargo, muchas madres han sentido que no son vista, no las escuchan, que las apresuran o desvalúan en uno de los momentos más trascendentales de sus vidas. Muchos bebés llegan a un mundo apurado, clínico, y hasta violento. Pero yo deseo algo diferente para ti, y para cada nueva vida que llegue.
Primero quiero que sepas que tu llegada no es solo un proceso biológico, es un milagro sagrado, un proceso divino que merece respeto, donde el espíritu y la carne se unen en una danza sagrada de creación. He visto la diferencia que hace tratar el parto con reverencia, madres que se sienten poderosas, familias que se sienten unidas, y bebés recibidos con manos llenas de amor y corazones abiertos. Cuando honramos el nacimiento, honramos la vida, honramos a las mujeres, honramos el poder de nuestros úteros y las aguas. He sido testigo de cómo las madres, cuando se les da tiempo y espacio, descubren su fuerza en su propio ritmo y en el poder de su voz. Es como una danza cósmica, donde los padres, al ser invitados, se convierten en apoyo. Como guardiana de la vida, presenciamos algo sagrado que se manifiesta con mínima intervención. Imagina tus primeros alientos en un cuarto lleno de amor y respeto. Ese es el mundo que yo deseo ayudar a construir.
Segundo, creo que honrar a las madres es un acto profundamente sanador. En esta sociedad, esperan que las madres carguen el peso del mundo, mientras sus propias necesidades se minimizan o se ignoran. Pero cuando nutrimos a las madres, cuando escuchamos sus palabras, respetamos sus decisiones, y las rodeamos de amor y cuidado genuino, creamos unas hondas de conciencia que transforma a nuestras comunidades. No solo lo he aprendido al observar, sino también por las historias que me han compartidos mujeres poderosas: la madre que lloró de gratitud porque, por fin, se le preguntó cómo se sentía, la abuela que me contó cómo en su tiempo el parto era una bendición comunitaria y no una lucha solitaria. Cuando honramos a las madres, honramos la fuente sagrada de la vida y sembramos la base para una sociedad más compasiva. Guiamos con el ejemplo a las almas que vendrán después de nosotras, y transformamos la humanidad.
Tercero, quiero que sepas que el mundo no es perfecto, pero está lleno de personas que están intentando hacer y dar lo mejor de si mismo. Hay quienes resisten el cambio y repiten “Así siempre ha sido.” Pero yo he visto lo que es posible cuando retamos esas ideas. He presenciado comunidades que preparan comidas para las familias en el proceso del nacimiento y el puerperio, padres que sostienen la mano de su pareja durante cada contracción con presencia y amor. El cambio no solo es posible, ya está ocurriendo, un nacimiento respetado, una madre honrada, una familia apoyada a la vez.
Algunas personas dirán que esta visión es idealista o que el mundo moderno no permite el parto sagrado ni la maternidad respetada. A ellas les digo, todo progreso empieza con una visión, con recordar quiénes fuimos, cómo nuestros ancestros vivían en armonía con la naturaleza, y cómo honraban los ritmos sagrados del nacimiento, la vida y la muerte. Todo movimiento por justicia y dignidad comenzó cuando alguien se atrevió a imaginar un camino mejor. Si la humanidad ha aceptado la devastación de la guerra como inevitable, entonces también puede atreverse a imaginar un mundo donde el nacimiento se celebra y las madres son tratadas con amor.
Así que, alma que esta por venir, mientras te preparas para llegar a este mundo, sea mañana o en unos años, sabes que ya eres amada. Sabe que hay gente trabajando cada día para hacer este mundo más suave para ti. Y entiende que tu nacimiento no es solo tu comienzo, es también nuestra oportunidad de comenzar de nuevo: de levantarnos, reflexionar, y honrar lo sagrado que es la vida y el poder que habita en todas las mujeres.
Rezo por que cuando mires hacia atrás, veas un mundo que te recibió con corazones abiertos y compasivos, y que honró a tu madre como la Diosa sagrada y portadora de vida divina que ella es. A quienes lean estas palabras, madres, padres, guardianes de la vida y la muerte, doctores, parteras, doulas, o humanos! Les hago un llamado a unirse a esta visión sagrada, juntos rezamos por las posibilidades infinitas que nacen del amor y la reverencia, y co-creemos un mundo lleno de luz y dignidad para cada alma que llegue.
Todo comienza con nosotros.
Con amor, fe y devoción,
Tu Guardiana de la Vida,
Nanii J. Flores
Dejar un comentario